Prohibido entrar es el episodio que pone fin a los rellenos, y nos devuelve a la historia de los personajes principales de la serie, que habíamos dejado un poco de lado tras el increíble “Mhz”. Solo tres capítulos nos separan ya del final, tres capítulos para descubrir que significa todo lo que ha estado pasando, para descubrir quién es el chico del bate, quién es Maromi, y cual es su responsabilidad en todo lo que ha ocurrido en el extraño mundo de Paranoia Agent.
El visitante
El episodio comienza con un nuevo personaje: una mujer de mediana edad que acaba de acudir a la consulta de un médico. El médico está sentado enfrente suya, mientras le da la mala noticia de que debe acudir a un hospital rápidamente si no quiere poner en peligro su vida, pues su salud está demasiado frágil. Por el aspecto de la mujer no dudamos de sus palabras, pero ella se niega a hacerle caso: lo que el doctor pide cuesta demasiado dinero.
La mujer abandona el centro con paso cansado, tan lento que casi parece estar esperando ya a la muerte. Según pasa por la recepción del hospital algo llama nuestra atención: en la televisión vemos una entrevista a Tsukiko, con ocasión del estreno de la ya conocida (para nosotros) serie de Maromi Dormitando. A pesar de el protagonista del capítulo anterior no salió muy bien parado tras intentar llevar la serie a buen puerto, parece ser que Maromi Dormitando finalmente será estrenada dentro de poco.
Sorprendentemente, el aspecto de Tsukiko en la entrevista no dista mucho del de la mujer enferma que acabamos de conocer. Como siempre, parece vivir en su propio mundo, pero se la ve especialmente cansada. A pesar de la dejadez de su discurso, sus palabras sobre la serie esconden un importante mensaje. “De algún modo...espero que de ahora en adelante vuestra paz interior crezca y crezca a través de esta serie...”. Sin duda palabras extrañas para referirse a una serie ¿Está Tsukiko hablando de la serie, o es una indirecta sobre lo que Maromi hace sentir a la gente? ¿Es paz interior lo que Maromi ofrece? Parece que lo que ya descubrimos sobre Maromi en Maromi Dormitando comienza a confirmarse: su misión tiene algo que ver con proteger a la gente, con aportarle paz interior.
Sin embargo este descubrimiento no nos deja satisfechos del todo, pues a lo largo de la serie hemos tenido la impresión de que Maromi tiene algo de “maldad” dentro. No es algo que veamos directamente, sino mas bien una intuición, alimentada por la forma en la que muchas veces ha manipulado a Tsukiko. ¿Protege Maromi a la gente? Si es así, ¿por que nos da la impresión de que esconde algo, de que realmente la manipula? Tenemos solo tres capítulos para descubrirlo, aunque posiblemente encontremos la respuesta al final de este. Para finalizar la entrevista, una de las reporteras dice otra frase bastante intrigante, relacionada con lo que Tsukiko acaba de comentar: “Es super tranquilizante ver a esta criatura!”.
Cuando el reportaje finaliza, nos damos cuenta de que no somos los unicos que estamos siguiendo los pasos de Tsukiko. El hombre al que ya vimos en decadencia en Mhz, y que en tiempos lejanos fue uno de los heroes de la serie, se encuentra ataviado con un ridículo traje de superhéroe, escuchando la entrevista. Es Maniwa que, a nuestro pesar, parece no haberse recuperado de los sucesos que le volvieron loco en Mhz. Nuestra fe en el está bajo mínimos, pero pronto veremos que no está tan loco como aparenta. A pesar de lo que pueda parecer, sus acciones y apariciones no son totalmente aleatorias: está siguiendo unas pistas, está investigando lo que no le dejaron investigar como policía.
Volvemos con la mujer enferma, que con sus cansados pasos regresa a casa, mientras escucha en su camino todas las nuevas y ridículas historias sobre el chico del bate, parecidas a las que ya escuchamos en ETC. Por alguna razon la mujer no les presta ninguna atención. Podríamos pensar que su enfermedad es lo que ocupa su mente en estos momentos, y por eso parece estar ausente, pero pronto sabremos que la razón es otra.
Cuando la mujer llega a su destino nos encontramos con que la casa en la que acaba de entrar no es una casa cualquiera: es la casa de Ikari. La mujer enferma es ni más ni menos que la mujer del ex policía. Por si fuera poco, otra sorpresa nos aguarda en el interior. El chico del bate, sonriente y ansioso por entrar en acción, la está esperando.
El encuentro con el monstruo
Esta será la aparición más larga y más intrigante del chico del bate que hemos presenciado nunca, y en la que le veremos tal y como es por primera vez. La aparición comienza con el chico en su estado normal, como le hemos visto ya muchas veces, listo para atacar a la mujer de Ikari. La pobre mujer enferma es su próxima victima.
Ella, como si estuviera esperando su llegada, no se sorprende de encontrarle. En lugar de huír, la mujer decide entablar conversación con él. Pero sus primeras palabras, diciendo que sabe por qué el chico del bate ha decido visitarla, destilan tristeza, y esto hace que el chico del bate adelante un pie, pues ve que su víctima le necesita y por tanto puede atacarla. No quiere oír lo que la mujer de Ikari tiene que contarle. Sin embargo pronto descubriremos que la mujer va a dar mas batalla de la que podíamos imaginar, que no necesita al chico del bate tanto como parece.
Nada más empezar a hablar nos damos cuenta de que esta mujer no es un personaje cualquiera, pues sabe más que muchos de los otros personajes. En las primeras palabras que dice reside la verdad sobre el chico del bate, esa verdad que nosotros hemos construído a lo largo de diez episodios: “Se por qué estás aquí...atacas a las personas que intentan huír de la realidad”
¿Como sabe ella este detalle sobre el chico del bate? ¿Lo ha deducido? ¿Se lo ha contado Ikari? Si es esto íltimo, entonces puede que estuviéramos equivocados con respecto al ex-policía. En Mhz ya veíamos como Ikari parecía “creer” la versión de Maniwa (“El chico del bate ataca a la gente con problemas”), pero estaba demasiado cansado para actuar. Con las palabras de su esposa descubrimos que confiaba en Maniwa más de lo que pensábamos: lo suficiente para haber compartido estas teorías tan extrañas sobre el chico del bate con su mujer.
La conversación entre el chico del bate y la mujer de Ikari ha comenzado de manera impactante, pero lo mejor está por llegar. “¿Realmente crees que alivias a esa gente de su sufrimiento? ¿Te crees que eso es una salvación para ellos?”. Ante estas palabras vemos como el chico del bate se pone nervioso e intenta golpearla, sin poder conseguirlo, como si una fuerza interior se lo impidiera. La mujer de Ikari acaba de meter el dedo en la llaga, ha lanzado al aire una pregunta que ya nos hicimos en su momento. ¿Esta el chico del bate realmente ayudando a la gente? Mas allá del alivio temporal ¿Ha solucionado sus problemas?
Parece ser que el chico del bate también se ve a si mismo como un heroe, y el miedo a que sus ataques no hayan tenido el efecto que el creía le hace ponerse nervioso. Dado que solo hemos visto las consecuencias “inmediatas” de sus ataques, no podemos saber si la “ayuda” que estos aportan a la gente es una ayuda a largo plazo. Será el último capítulo el que nos desvele que es lo que el chico del bate ha conseguido realmente.
Por otro lado es la primera vez (quitando aquel momento en el que huyó durante "Los planes de la familia feliz") que vemos al chico del bate vencido por las palabras de una persona. Entonces nos damos cuenta de que la razon de que la mujer de Ikari no prestara ninguna atención a las habladurías de la gente por la calle es que ella está convencida de saber la verdad del chico del bate, no necesita elaborar ni escuchar teorías. Y el efecto que sus acusaciones están teniendo sobre él, nos hace sospechar que lo que dice es verdad. Su poder queda confirmado, cuando, ante nuestra sorpresa, obliga al chico del bate a sentarse y escuchar su historia.
Tristeza y soledad
La mujer de Ikari siempre estuvo enferma, e incluso los médicos le dijeron que no pasaría de la adolescencia. Ella pensó que nunca llegaría a encontrar a nadie que la quisiera, pero entonces apareció Ikari, que dijo que la amaba tal y como era.
Este inicio de la historia parece bastante agradable, pero hay algo sospechoso en ella. Segun la mujer de Ikari la va narrando, se nos muestran imágenes que no se corresponden con lo que está diciendo. Mientras oímos de fondo “tu eres la única que me importa”, vemos como Ikari mira descaradamente a una mujer mas joven mientras trabaja en las obras. ¿Significa esto que Ikari mentía cuando le dijo a su mujer que era la única que le importaba? No necesariamente, lo que se nos quiere mostrar con esta historia es mas bien que el Ikari de ahora no es el Ikari de antes, Ikari ha cambiado con el paso del tiempo.
Muestra de este paso del tiempo lo vemos en la siguiente parte de la historia. Tras empezar su relación con Ikari, su mujer descubre que no puede tener hijos. Es un duro golpe para ella, pero la reacción de Ikari es tranquilizadora: le dice que no pasa nada, y que deben aceptar el hecho de que nunca podran tener un hijo. Estas palabras nos dan a entender que antes Ikari aceptaba la realidad tal y como era, no se enfrentaba a ella ni se escondia. Pero al final de este episodio veremos como Ikari ha cambiado: esta agotado despues de seguir esta filosofía de aceptar las cosas durante tanto tiempo. El Ikari de ahora ya no recuerda sus anteriores valores, ya no recuerda que no debe huír. Y veremos que tendrá que ser su mujer la que en el último capítulo le recuerde sus propias palabras para salvarle.
La mujer de Ikari sigue contando la historia, y pronto volvemos a encontramos con otro ejemplo de la contraposición entre lo que oímos y lo que vemos. Hablando de Ikari, ella le describe como un hombre “maravilloso” y “sublime”, mientras nosotros solo vemos a un pobre obrero, torpe, que ni siquiera tiene tiempo para ir de una obra a otra. Una persona que no puede hacer mas que bajar la cabeza cuando su jefe, mucho más joven que el, le echa en cara su impuntualidad.
Por si la mujer de Ikari no hubiera sufrido suficiente en la vida, tras conocer sobre su enfermedad y su imposibilidad para tener hijos, pasa a contarnos el que ella dice es uno de los momentos mas duros de la relación con su marido. Ante la comprensión de Ikari en relación a su incapacidad para concebir, la mujer decidió cambiar su mentalidad: no estaría triste durante mas tiempo, sino que estaría a la altura de su marido, aceptaría la realidad y sería feliz.
Lamentablemente, tan pronto como se puso este objetivo para cambiar, se dio cuenta de que algo en Ikari también cambiaba. Poco a poco el policía comenzó a pasar más y más tiempo fuera de casa por el trabajo, pero ella en seguida sospecho que había algo más detrás de las ausencias de su marido. Comenzó a pensar que Ikari había dejado de quererla, que había cambiado de idea y ya no podía vivir con una mujer que no le aportaba nada, no podía vivir con un “cuerpo enfermo”. Pensaba que Ikari había olvidado su propio consejo: aceptar la realidad tal y como es.
La que acabamos de oír es una de las partes más duras del capítulo, y el chico del bate no es ajeno a ello. La mujer de Ikari baja sus defensas mientras cuenta esta parte de la historia, y deja que la tristeza y la frustración la invadan. El chico del bate es consciente de ello y va creciendo y creciendo, e incluso oímos el sonido de patines acercándose como si un ataque fuera a producirse, a pesar de que él está totalmente quieto. Por unos momentos pensamos que va a conseguir golpearla...pero ella se da cuenta a tiempo de que se está dejando llevar por la tristeza, y aparta esas ideas de su mente. ¿Como ha podido desconfiar de Ikari, cuando todo lo que él hace, lo hace para poder mantenerla? En el mismo instante en que la mujer de Ikari deja de dudar de su marido, el chico del bate interrumpe su crecimiento. Vemos que está deseando atacarla, pero no puede hacerlo hasta que ella no lo necesite realmente.
El paso del tiempo
Aunque damos gracias por el cambio de actitud de la mujer de Ikari, pronto vemos que efectivamente hay algunos indicios de que sus sospechas sobre Ikari podrían ser ciertas. En la siguiente escena, un obrero le pregunta a Ikari por que no va a casa en lugar de seguir trabajando, a lo que este responde con un vago: “ya que estoy aquí...”. ¿Qué quiere decir con eso? ¿Quiere decir, como su mujer sospecha, que tras varios años de duros golpes (incluído el más reciente en el caso del chico del bate) Ikari se ha cansado de enfrentarse a una esposa enferma?. No podemos saberlo con seguridad, y será el propio Ikari el que al final del capitulo nos cuente lo que le ocurre.
A pesar de que no hay nada del todo claro, si hay algo que nos parece seguro. Ikari ha empezado, como ya han hecho muchos otros personajes, a huír de sus problemas en lugar de enfrentarse a ellos, y la prueba se nos muestra en la siguiente escena. Mientras Ikari va andando por la calle de camino a otra obra en la que tiene que trabajar, se encuentra un llavero de Maromi tirado en el suelo. Tras mirarlo y pensar un rato, como dudando sobre si debe cogerlo o no, finalmente decide quedárselo.
Aunque parezca un hecho sin importancia, el llavero de Maromi simboliza más de lo que parece, y entenderemos totalmente su significado al final del episodio. Recordemos que lo que Maromi hace es aportar “paz interior”, protege a la gente de alguna manera de sus problemas. Y los próximos episodios nos monstrarán que mientras Ikari viva huyendo de la realidad y decida mirar hacia otro lado en lugar de enfrentarse a sus problemas, el llavero de Maromi estará con él. No será hasta el último capítulo que volveremos a ver el llavero, pero esta vez en una situación muy distinta.
Cuando Ikari llega finalmente a la obra presenciamos un curioso encuentro. Uno de los obreros que trabaja allí es ni más ni menos que un antiguo ladrón al que Ikari metió entre rejas. Sorprendentemente el ladrón (que se llama Inukai) no le guarda ningún rencor, e incluso parece alegrarse de verle.
Tras el extraño encuentro, volvemos a la casa de Ikari, donde su mujer sigue contando la historia de la relación con su marido. El chico del bate por su parte ha comenzado a golpear de manera cada vez mas violenta todo lo que tiene a mano. Esta claro que sus ansias por atacar de una vez por todas a la mujer de Ikari aumentan cada segundo que pasa. Pero su furia va a desaparecer de manera repentina cuando ella decide desvelarle que es lo que realmente hizo pedazos la relación con su marido. No fue su enfermedad, el tema de los hijos o la “adicción” al trabajo de Ikari: fue el caso del chico del bate. Ante la revelación, el chico del bate no puede evitar comenzar a reírse a carcajadas. Y no le faltan razones para reírse, pues no deja de ser irónico que quiera atacar a la mujer de Ikari para solucionar un problema que él mismo creo.
Regresamos de nuevo a la obra para ver como Ikari e Inukai mantienen una conversación interesante sobre el paso del tiempo. Ya sabíamos la opinión de Ikari sobre los viejos tiempos, pero aquí vemos que tanto él como Inukai están chapados a la antigua: sienten nostalgia de aquellos años en los que los ladrones tenían un mínimo de “nobleza”, del tiempo en el que todavía llevaban fardos estampados.
Pero los tiempos han cambiado, y ninguno de los dos ha sabido adaptarse. Ikari no puede enfrentarse a los nuevos “ladrones” y sus métodos aleatorios y salvajes, e Inukai no puede competir con ellos. Por eso ahora se ven “apartados” de la sociedad. Han sido relegados a un segundo plano: la realidad les ha dejado de lado. Y como acabamos de ver, Ikari ha comenzado a dejar de lado a la realidad, pues solo sabe vivir en un tiempo que ya pasó. Esta claro que el caso del chico del bate le ha afectado, pero ha decidido no luchar para obtener justicia (como hemos visto que si está haciendo Maniwa), sino que se ha resignado y lo ha apartado de su mente; ha huído.
Regresando a la casa de Ikari, su mujer nos desvela otra de las posibles razones que hacen que su marido no quiera volver a casa. Cuando el caso del chico del bate comenzó, Ikari le prometió que no volvería a casa hasta que no atrapara al culpable de los ataques. Lamentablemente ya sabemos cual fue el resultado de este intento de atraparle, por lo que no nos resultaría nada extraño que fuera la verguenza de haber roto una promesa la que le empujó a alejarse de su mujer, o al menos una de las razones principales.
Siguiendo la alternancia entre las escenas de la casa y las de la obra, la acción vuelve con Ikari e Inukai, que esta vez discuten sobre el chico del bate, y como los criminales de ahora no son como los de antes. El chico del bate para Ikari no es un criminal cualquiera: es un “monstruo”. Y no le falta razon, pues un monstruo es lo que se nos muestra en la siguiente escena: el chico del bate sigue riendo como un loco delante de la mujer de Ikari.
La verdad sobre el chico del bate
La mujer de Ikari ha terminado con su historia y el chico del bate no puede reprimir las carcajadas: el matrimonio que pudo susperar tantas dificultades, no pudo superar el enfrentarse a él. Ikari ahora es guardia de tráfico, y su mujer esta sola en casa, sin poder apenas verle. Su vida actual vuelve a estar llena de tristeza. Y como ya pasó antes en este mismo capítulo, la mujer de Ikari se ha vuelto a dejar llevar por esa tristeza sin darse cuenta, y esta vez parece que no puede controlarla. En seguida vemos la emoción en la cara del chico del bate: ha encontrado el momento perfecto para acabar finalmente con su víctima.
Sin embargo, algo sorprendente ocurre: cuando el chico del bate está a punto de golpearla, es ella misma la que se echa a reír. Esto le desconcierta, y aunque intenta terminar su ataque solo consigue herirla levemente. ¿Por que este cambio de actitud tan repentino? La razón esta a punto de salir a relucir: Ikari y ella han empezado de cero. No se han rendido del todo, han aceptado parte de lo que les tocaba vivir y han actuado en consecuencia. Puede que todavía estén huyendo de su pasado, pero no lo suficiente como para necesitar la ayuda del chico del bate.
Además, como vemos a continuación, Ikari cuenta con una nueva ayuda: el llavero de Maromi. Ikari ya se había olvidado del llavero, pero al encontrarlo en su bolsillo y observarlo de nuevo no puede evitar mencionarle algo curioso a Inukai: “Yo soy un perdedor, y el es un ganador”. Efectivamente, Maromi es un ganador, pues todo el mundo le quiere, y lo que es más importante, todo el mundo (incluído Ikari) le necesita.
Mientras Ikari está absorto en sus pensamientos, vemos como dos personajes ya conocidos entran en la obra: son Tsukiko y su “agente”. Ambos reconocen al ex policía, que agacha la cabeza avergonzado y les indica el camino a seguir para entrar en el edificio. Antes de que Tsukiko se vaya, Ikari no puede evitar hacerle un comentario sobre Maromi: “Si te fijas, es encantador”. La cara de la joven ante la frase lo dice todo: parece como si Tsukiko(como nos ocurrió a nosotros) se hubiera dado cuenta de que Maromi tiene algo oscuro dentro, como si no compartiera el cariño que todos sienten hacia el peluche.
Sin apenas unos segundos de diferencia, la escena cambia al chico del bate, todavía destrozando la casa de Ikari. Es curioso como se hace esta transición: tan pronto como Ikari dice que Maromi es adorable, aparece el chico del bate y su furia. De nuevo, se muestra que algo que un personaje ha dicho (en este caso Ikari) es mentira, usando imágenes que cuentan la verdad. Pero esta vez hay algo extraño, la contraposición se hace entre dos personajes distintos: mientras se dice que Maromi es adorable se muestran imágenes del chico del bate siendo todo lo contrario. Por tanto, nos surge una pregunta: ¿Son realmente personajes distintos? La mujer de Ikari va a darnos la respuesta en unos segundos.
Acabamos de llegar al momento mas revelador de toda la serie hasta la fecha. Las últimas palabras que la mujer de Ikari dirige al chico del bate contienen gran parte de la verdad sobre Paranoia Agent. Son palabras contra las que ni siquiera el chico del bate podrá defenderse, pues contienen una verdad que hasta ahora nadie conocía; contienen la razón de ser de un monstruo. Lanzadas como un afilado cuchillo por la mujer de Ikari, el chico del bate no tendrá más remedio que huir, pues sus planes han sido descubiertos.
Cuando la mujer de Ikari comenzó a contar su historia, le prometió al chico del bate que le demostraría que los humanos no son como él cree, que no son tan débiles como piensa. Después de todo un capítulo esperando, y tras tantas y tantas suposiciones y teorías, la verdad se muestra clara ante nosotros. Al fin ha llegado el momento de escuchar todo lo que sabe la mujer de Ikari:
“Si yo desapareciera, ya no tendrías que pasar por estos sufrimientos.”
El me lanzó una mirada aterradora y contestó:
“¡No vuelvas a decir eso nunca más! Lo único que estás haciendo es huír. No debes huír de la realidad. Esa clase de refugio que buscas solo es una ilusión.”
[…]
Has aprovechado las flaquezas de mi corazón para entrar y aparecer ante mi. Lo has hecho para asesinarme, para ofrecerme una salvación que es un fraude...Pero nunca volveré a dudar.
[…]
Eso es, los seres humanos somos así. Por duras que sean las dificultades siempre podemos afrontar la realidad. Tu no eres capaz de comprenderlo, porque tu no eres un ser humano. Solo hieres y asesinas a las personas que están sufriendo, y te imaginas que con ello haces que se sientan mejor. Tu sola existencia es una mera ilusión...Si...tu pierdes a las personas en esa paz que tan solo encuentran gracias a ti...eres exactamente igual que Maromi
Y con estas palabras, el chico del bate desaparece. No es necesario explicarlas demasiado en detalle, pues son fácilmente comprensibles, despues de todo lo que sabemos y todo lo que hemos averiguado a lo largo de la serie.
El chico del bate y Maromi son la misma cosa, seres cuya única misión es evitar que la gente se enfrente a sus problemas, seres que evitan que las personas se desesperen cuando su sufrimiento es demasiado grande. Ellos alivian el sufrimiento de la gente, transportándola a una realidad alternativa, donde sus problemas no existen.
Pero hay una gran diferencia entre ambos, aunque su misión sea la misma. Maromi ayuda a la gente de una forma indirecta, pues su presencia provoca calma y tranquilidad en las personas. En este sentido, Maromi evita que los pequeños problemas vayan a mas. Hace que sigan siendo pequeños, pues consigue que nadie piense en ellos. El poder de Maromi es mucho menos agresivo, mucho mas sutil.
Pero hay problemas demasiado grandes, contra los que Maromi no puede hacer nada. Hay gente demasiado hundida en su sufrimiento como para salir solo con la ayuda de Maromi, gente que no puede huir a una realidad alternativa, que no puede ignorar sus problemas ni mirar para otro lado. Es ahí cuando llega, como si un compañero de aventuras se tratara, el chico del bate. El chico del bate no hace mas que poner remedio a un problema que se ha hecho demasiado grande para ser controlado por Maromi.
Sin embargo, en contraposición con la “maldad” del chico del bate, la intención de Maromi es buena: controlar los problemas para evitar que crezcan, y asi proteger a la gente de un posible enfrentamiento con el chico del bate. Maromi y el chico del bate se convierten en seres complementarios, son la misma cosa pero en distintos grados de intensidad: para que la sociedad no se hunda, como pronto veremos, los dos son necesarios.
La nueva realidad
El episodio termina con Ikari en el bar, hablando con Inukai, y confesando finalmente lo que le ocurre. Ama a su esposa, la quiere como a nadie en el mundo, pero lleva mucho tiempo trabajando para mantenerla, y aunque no es culpa de su mujer, comienza a estar agotado. Ademas, como ya le hemos oído en innumerables ocasiones, ya no sabe vivir en los tiempos que corren.
Pero hemos de recordar que Ikari se ha encomendado a Maromi hace muy poco, y ella se encargará de protegerle. Como si de un milagro de tratara, al salir del bar Ikari se ve inmerso en ese antiguo mundo que tanto echa de menos, el de los niños que juegan alegremente en la calle y el de los ladrones con los fardos estampados. Y además no está solo en este mundo; en el suelo, mirándole de reojo, está el llavero de Maromi.
Maniwa, siguiendo los pasos del chico del bate, llega a la casa de Ikari. Allí encuentra a su mujer, sentada en el suelo, en el interior de una casa en ruinas. Ella le mira, y como si ya supiera lo que acaba de ocurrir, como si fuera consciente de que Ikari acaba de caer bajo el hechizo de Maromi, le dice: “No va a volver”.
Próximamente: Radar Man